UN SINCERO AGRADECIMIENTO A QUIEN VELA POR NOSOTROS

Es evidente que el Ejército español se ha adaptado a los nuevos tiempos, pero conservando unos valores que permanecen vigentes, como son el compañerismo, la disciplina y la responsabilidad.

El Ejército nunca mira para otro lado; asume los riesgos que plantea cualquier campo de batalla y se enfrenta, por otra parte, al mayor de los desafíos: conseguir que la sociedad civil entienda que su propósito es ser un referente, sobre todo en una época de crisis de toda índole e incertidumbre.

El militar que cae en acto de servicio en un país lejano muere defendiendo a una población indefensa, a unaspersonas a las que no conoce, que hablan otra lengua, piensan de un modo distinto y contemplan el mundo desde otra perspectiva. La palabra “sacrificio” no se presta a confusión en el lenguaje del Ejército, donde tampoco es posible poner en duda la profesionalidad de quienes son sensibles a las consecuencias de toda guerra.
Las Fuerzas Armadas se sienten partícipes del dolor que se vive en tantos lugares del orbe. Por muy contrarios que seamos a cualquier conflicto bélico, hemos de entender que en determinadas ocasiones el uso de la fuerza resulta necesario y justificable a la hora de garantizar la paz.  No hay soldado que no rechace la guerra y al mismo tiempo proteja con su propia vida la soberanía y la seguridad de los estados. Lo peor y también lo mejor de la condición humana aparece en una guerra.

La civilización humana no sería la que es si no se hubiera levantado frente a los enemigos de la paz, si no hubiera derrotado a quienes únicamente emplean la sinrazón de la violencia, si no hubiese dado otra oportunidad a la reconciliación.
El Ejército evita que los valores de la sociedad sean la principal víctima de la guerra. Por mucho que se haga por la paz, siempre quedará mucho camino por recorrer. Por muchos pasos importantes y significativos que se den en la buena dirección nos faltará todavía andar un largo trecho. El Ejército tiene la responsabilidad de construir un mundo más justo y pacífico, de tender puentes.
La respuesta al drama de la humanidad es preocuparnos por las necesidades, dificultades y preocupaciones de los otros, de quienes no están tan lejos como pensamos ni son, por supuesto, tan distintos. El Ejército no renuncia a intervenir en cualquier lugar donde se pone en peligro la paz, la estabilidad.

La amenaza de la violencia es acrecentar los miedos y el resentimiento y cultivar la trágica cultura de la muerte. Las Fuerzas Armadas no sólo ponen rostro a las víctimas sino que no tienen miedo a la hora de enfrentarse a quienes siempre hallan razones para matarse, para no entenderse.